martes, 25 de septiembre de 2018

CUIDEMOS LAS REDES

Me desperté esta mañana pensando en la situación de las radio emisoras, teniendo en cuenta que ya ahora no es fácil encontrar voces y programas que no estén alineados a lo que por costumbre se le sigue llamando gobierno, y caí en la cuenta que simplemente casi no tenía qué escuchar, a menos que me prestase a ser oyente de la fanfarronería mediática, de esa merme fanfarronería que no parece tener ni límite ni medida, ni tampoco dignidad, a la hora de pretender defender lo indefendible. Entonces, encendí mi computadora y me puse a retocar el borrador de una historia que estoy desarrollando, porque me gusta la narración, y además de pasar por mis propios apuntes, le dediqué unos instantes a las redes. Hablando de esto, si algo hace el contrapeso frente a la actual situación de la radio, sin duda, ese algo está íntimamente relacionado con las redes, con esas redes a las que tal vez no se les da la importancia que merecen y que no solo tienen. Hoy, las redes resultan fundamentales para informarnos y, a su vez, para dar a conocer nuestras opiniones, nuestra aprobación o desaprobación frente a tal o cual tema. Por eso, se me ocurre sugerir que cuidemos las redes. Debemos vigilar con mucho celo la libre vigencia de aquellos espacios cibernéticos en los que podemos enriquecer nuestros conocimientos y difundir nuestras opiniones. La tecnología nos ofrece muchas posibilidades. No se trata de decir que la radio ya fue, pero sí debemos fijarnos en las redes para valorarlas en su real dimensión, como herramientas que sirven incluso de apoyo, cuando por ejemplo se trata de hacerle el pare a los que creen que pueden mantener desinformado a nuestro país. Hoy, gracias a las redes, cualquiera de nosotros puede ser un reportero o corresponsal. Escribir, hablar frente a un micro o captar imágenes con una cámara ya no es cosa de personas “diferentes” del resto. Por eso, como decía, debemos cuidar las redes, porque no vaya ser que algún día estas terminen siendo obstruidas y entonces vendrán las tristes horas de lamentaciones ante la falta de libertad. Luis Hernández